El arte, entre tantas cosas, nos regala un lenguaje simbólico y como tal, nos permite crear atajos de comprensión y concientización inmediata, un instrumento para retratar realidades y vislumbrar posibles futuros alternativos o distópicos, siendo este lenguaje un mecanismo ideal para la visibilización de temas y conceptos, que funciona a la vez como anzuelo para captar atención social , servir como artefacto cultural y brindar un dispositivo que promueve el pensar.
Entendiendo que el centro del arte es la creatividad, es decir, el desarrollo de la habilidad de crear, y siendo esta habilidad la que atraviesa horizontalmente todas las áreas de la actividad humana, las prácticas artísticas son el gimnasio donde fortalecer esta capacidad hasta convertirla en destreza.
Cientos de informes y reportes sobre la crisis ambiental yacen en cajones esperando ser leídos, aguardando que alguien entienda y reaccione, por otro lado, una simple imagen, una canción, un acto simbólico, una emoción directa que llega desde una obra artística permite a la gente entender el problema y reaccionar colectivamente sin necesitar comunicarse, con comprensión inmediata del problema y, con suerte, de alguna posible solución.
Es aquí donde surgen nuevos espacios intermediales de acción, la conjunción del arte con la ciencia y la tecnología, del arte con el medio ambiente, del arte y el territorio. Estos nuevos espacios de intersección son el lienzo donde aparecen novedosos medios de expresión, el arte de nuevos medios, el utilizar otros medios a modo de inéditos pinceles, y con ellos la posibilidad de crear experiencias e impactos emotivos desde otro lugar.