La relación entre el adn y el iching es conocida desde los 70 pero no sus consecuencias. El adn como partitura personal arrugada y oculta en cada célula, escrita en un lenguaje químico, geométrico y aritmético, resultando una matriz de almacenamiento para 64 posibles combinaciones de codones, similares posibilidades que el iChing contempla en su propia matriz de mutaciones y significantes, para crear un lenguaje simbólico y poético, que siempre tiene algo por decir, y al usarlo como interprete resulta que, en cada uno de nosotros vive oculto un viejo secreto escrito durante miles de años en millones de galletas de la suerte, un oráculo almacenado en la profundidad de nuestro ser transportando un relato simbólico que cuenta algo sobre nuestro linaje, un mensaje encriptado al que nadie a prestado atención.